Mi primer
encuentro con “Hablar de Dios resulta Peligroso” fue hace más
de veinte años, durante un retiro espiritual en el Monasterio de la
Santísima Trinidad, en Santiago de Chile. El hermano lector, durante tres
días, se esforzó eficazmente por trasmitirnos la profunda emoción que las
palabras del texto contenían. Eran noticias de la Iglesia Ortodoxa Rusa sometida por
el Estado soviético y de cómo un grupo de valientes cristianos luchaban
por mantener viva su fe. La vocera, de nombre Tatiana
Góricheva, junto con relatarnos los ires y venires de la
comunidad ortodoxa, nos cuenta su propio camino de
conversión y fe.
¿Quién es
Tatiana Góricheva?
Nació en
Leningrado (san Peterburgo) en 1947. Cursó estudios superiores
de filosofía, formó parte del movimiento feminista de la URSS y participó
como dirigente de la juventud comunista. Todo auguraba un
brillante porvenir hasta que un día se encontró con el Absoluto.
Ella misma señala:
“Mi vida
empezó sólo después de haber encontrado a Dios”.
En su
adolescencia, Tatiana comenzó a desarrollar un rechazo profundo por todo
lo que le rodeaba. Su sociedad, sus amigos, su escuela, incluso sus
padres fueron objeto de un desprecio creciente. ¡Hasta la
naturaleza era víctima de su antipatía! Sólo amaba la
soledad.
Leyó más tarde a Nietzsche, Sartre, Camus, Heidegger y la filosofía
existencialista. Estos autores, en una sociedad atea, comenzaron,
paradojalmente, a despertar preguntas sobre la existencia
como absurda y contradictoria. La respuesta de la de la juventud
intelectual rusa fue unirse a la cultura, a la tradición, camino totalmente
distinto al que eligieron los jóvenes occidentales.
Buscó en las filosofías orientales y en el yoga, pero no fue suficiente. Su
propio testimonio nos lo aclara:
“Me invadió entonces una
melancolía sin límites. Me atormentaban angustias incomprensibles y frías,
de las que no lograba desembarazarme. A mis ojos me estaba
volviendo loca. Ya ni siquiera tenía ganas de seguir viviendo.
¡Cuántos de mis amigos de
entonces han caído víctimas de ese vacío horroroso y se han suicidado. Otros se
han convertido en alcohólicos; algunos están en instituciones de
enajenados… Todo parecía indicar que no teníamos esperanza alguna en la vida”.
No fue sino hasta
los 26 años, después de una accidental meditación sobre el Padrenuestro
(¡extraños caminos del Señor!) que Tatiana logró enfrentar todo su ser al
Absoluto. Ella misma dice:
“¡Qué alegría y qué luz esplendorosa brotó entonces en mi corazón! Pero no sólo en mi interior; no, el mundo entero, cada piedra, cada arbusto estaban inundados de una suave
luminosidad. El mundo se transformó para mí en el manto regio y pontifical del Señor. ¿Cómo no lo había percibido hasta entonces?”.
De ahí en adelante Tatiana se entregó en cuerpo y alma a Dios. Como
intelectual, junto a un grupo de amigos, fundaron un
seminario de estudios cristianos en Leningrado, a los que asistían
ortodoxos, católicos, bautistas, ateos ¡e incluso espías!
Como cristiana,
sus días no fueron precisamente fáciles. Una de sus mayores penas
fue la incomprensión de sus padres. No obstante, aprendió a tomar
fuerza de su comunidad creyente, alimentarse de los sacramentos y hacer de cada
momento un acto de amor a Dios.
En 1980 le ofrecen
la cárcel o la emigración (exilio). Obedeciendo a su guía espiritual,
Tatiana opta por la emigración. Sus impresiones de la vida espiritual de
occidente en comparación con Rusia, quedan plasmadas en una síntesis
de su diario de impresiones al final del libro que aquí
recomendamos.
Tatiana nos
comparte más de sus vivencias en su libro “La
fuerza de la Locura Cristiana”, donde profundiza
su experiencia de fe en un medio que la define.
Esta es una continuación insustituible para todo aquel que
requiera profundizar la manera en que vive su fe en un ambiente
lleno de posibilidad como es occidente.
Por último, Tatiana encabeza la
lista de autores que escriben para la revista “Nadiezhda”
donde se muestran experiencias de fe que dejan temblando al
cómodo cristiano occidental. Como bien nos
dice la contratapa de la edición de Herder:
“El realismo con que
se vive la presencia de los agrados misterios en
la liturgia relega a un segundo término y da cierto aire de
irrealidad a los grandes intereses de la política del
Estado y a los sensacionalismos del mundo de las
noticias.
Al repasar estos
testimonios, a uno le sorprende a menudo la idea
de que es como si la era soviética no
hubiese cambiado absolutamente nada en la vida de esos
combatientes de la fe; para como si estuvieran desde
siempre acostumbrados a tener hambre, a llevar
desde siempre las adversidades, a practicar la
humildad, a “esperar contra toda esperanza”.
Además puedes descargar estos textos desde la sección de Espiritualidad de este blog.
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