He aquí un libro bello con tintes "cebollescos" como decimos en Chile y que representa lo mejor de esos buenos"culebrones" olvidados por productores, actores y libretistas con intolerancia al buen gusto. La primera recomendación de este libro la tuve nada menos que de Albino Luciani, quien pasó a la historia como Juan Pablo I, el Papa que nos duró apenas un mes. Pues bien, ocurre que en su libro "Ilustrísimos Señores", Luciani envía una carta ficticia a varios autores entre los que se encuentra Manzoni, y allí, con un estilo coloquial e íntimo, nos pone al tanto del espíritu, del estilo, de las sinuosidades y recovecos, los altos y bajos de esta novela que, en aquel entonces llegó a mis manos en la recordada colección de Sopena. Luciani se deshace en alabanzas de la obra llegando incluso a un simpático ditirambo que no pasa inadvertido, mismos con los que concuerdo plenamente.
Se trata de una obra bellísima, perteneciente al romanticismo literario, donde nos presentan a una pareja del siglo XVII pasando por un montón de dificultades para ver cumplido su amor. Los malos son muy malos y los buenos son muy buenos, con no pocas demostraciones de fino humor en personajes entrañables, con un recurso del lenguaje brillante que hizo de esta obra una de las más leídas de su tiempo, por moros y cristianos.
Hoy, después de años, he logrado hallarla digitalizada y no he dudado en ponerla en la sección de "Literatura" de este blog y espero que la disfruten tanto como yo.
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